ALGUNAS CUESTIONES SOBRE LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA EN GRECIA
En cierto modo, podríamos decir que
lo trágico es lo inexorable: un destino que se impone más allá de la voluntad
humana. Los ejemplos nos son bien conocidos: envejecer, estar condenados a
morir ni bien nacemos, la posibilidad de que nos hieran a nosotros, o a los seres que amamos… Por
caso, el carácter TRÁGICO del amor erótico puede reducirse a amar/desear a
quien no nos ama; o ser amados por alguien a quien no podemos amar. Obviamente
el segundo caso es muchísimo menos doloroso que el primero: es inverosímil
suicidarse –como le ocurrió a Werther, el personaje literario creado por
Goethe; o deprimirse, por no poder corresponder al deseo ajeno.
Pues bien, en la antigüedad griega
se dio una competencia entre la curiosidad teórica, representada por la
filosofía, y el arte de la tragedia. Si leen la República (en griego
“Politeia”), notarán el desprecio del autor hacia el arte de la tragedia, más
allá de que Platón, en su juventud, quiso ser un poeta trágico. ¿Por qué? Pues
porque la sabiduría de la tragedia se cifra en dejar ciertas cosas en la
oscuridad o en la indecisión.
Vale decir: en la tragedia no hay
posibilidad de "síntesis". Por caso, en Antígona, de Sófocles, tiene
razón tanto Creonte como Antígona. Un filósofo como Platón no puede aceptar que
ambos tengan razón, porque eso implicaría negar que exista una verdad, y la
posibilidad de distinguir bien de mal. Como no existe una ciencia del amor es
que el arte parece mucho más efectivo que la ciencia o la filosofía para
abordarlo.
Es cierto que mi comparación no
debe llevarse al extremo de ignorar las grandes diferencias que existen entre
nuestra idea del amor -años y años de Cristianismo, Romanticismo y música pop
mediante- y la concepción del amor en la Grecia antigua. Pero no nos desviemos
del tema.
Lo que me interesaba destacar es
que la filosofía es, para casi la totalidad de los estudiosos, UNA CREACIÓN
GRIEGA. Hay muchos componentes de la civilización griega que tienen un
correlato en otros pueblos de Oriente que alcanzaron un alto nivel de
civilización antes que los mismos griegos: habilidades técnicas, creencias y
cultos religiosos, manifestaciones artísticas... Sin embargo, en lo que
concierne a la filosofía, los griegos fueron realmente creadores de algo que no
tenía precedentes.
Nosotros tenemos modos de
"razonar", de argumentar, que en gran medida nos vienen -aunque no seamos
conscientes de hasta qué punto- de nuestra herencia judeo-cristiana y
greco-latina. Todo el "pensamiento científico" como lo conocemos hoy
no hubiese sido posible sin la herencia griega.
No estoy diciendo que el Egipto
antiguo, la China, la India, el pensamiento árabe, la sabiduría de los indios
americanos (que ha sido tan arrasada que en gran parte se ha perdido para
siempre), no tengan una enorme validez. Tampoco conozco mucho sobre
"estudios africanos" (y ya decir "africano" es una
enormidad). La "sabiduría" existió en todas las culturas y en todas
las épocas. No obstante, lo repito nuevamente, la "filosofía" es un
invento griego.
Imagino que deben existir montones
de “ismos” que polemizan con esta certeza: corrientes antiimperialistas,
desconstruccionistas, multuculturalistas y todos los "ismos" que
le quieran sumar. En lo personal, prefiero no meterme en el berenjenal del
debate eurocentrismo/multiculturalismo, no sólo porque no soy ningún experto en
estas cuestiones tan intrincadas sino porque mi interés se centra en destacar
la importancia de la herencia griega.
Los primeros griegos buscaron
alimento espiritual en los poemas homéricos, es decir, en La Ilíada y en La
Odisea (que, como todos sabemos, ejercieron una influencia análoga a la que la
Biblia ejerció entre los judíos). Como no tuvieron textos sagrados, no existía
una VERDAD REVELADA, sino que Hesíodo, Homero y los poetas gnómicos de los
siglos VII y VI a. C eran, como diría el nabo de Ari Paluch, su “combustible
espiritual”.
Según H. Kitto, un profesor de
griego británico, a menudo “una cita de Homero era el modo natural de dirimir
una cuestión de moral o de conducta”. Esquilo calificaba su propia obra como
“migajas del banquete homérico”, e incluso surgieron algunas sectas
fundamentalistas que creían que Homero era la fuente de toda la sabiduría y el
conocimiento del mundo. Un pensador como Platón, en el "Ion", se mofa
de alguien que por ser experto en Homero pretende ser un sabio.
Los personajes centrales de La
Ilíada y La Odisea son, o bien héroes que vivieron en la época mítica en que
los dioses olímpicos intervenían directamente en los asuntos humanos y los
hombres eran más fuertes y corpulentos que los seres humanos actuales; o bien
son dioses con rasgos humanos que exhiben su favoritismo por tal o cual héroe,
y a menudo son caprichosos, soberbios, envidiosos e irascibles. Mientras el
destino del héroe suele ser triste e incluso atroz, los dioses la pasaban
bastante bien.
Los dioses no favorecen a seres
insignificantes, sino a héroes imbuidos de “areté”, de nobleza, de cualidades
excepcionales. No existe en castellano un concepto equivalente al de areté.
Según Werner Jaeger, en su excelente libro Paideia, "el concepto de
'virtud' en su acepción no atenuada por el uso puramente moral, como expresión
del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta y el
heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega".
Los griegos entendían por areté,
sobre todo, una fuerza, una capacidad. El "vigor y la salud" son, por
ejemplo, una "areté" del cuerpo. Sagacidad y penetración serían
"areté" del espíritu. Homero usa el concepto no sólo para designar la
excelencia humana, sino también la superioridad de seres no humanos, como la
fuerza de los dioses o el valor y la rapidez de los caballos nobles.
George Brandes (1842-1927),
profesor danés y primer estudioso de la obra de Nietzsche, decía que los
pensamientos del autor de El origen de la tragedia estaban imbuidos de un
“radicalismo aristocrático”. En una carta, Nietzsche le manifestó a Brandes su
aprobación: “La expresión radicalismo aristocrático que usted me dirige me
agrada. Permítame decirle que es lo más fuerte que de mí se ha dicho”.
Pues bien, esa concepción
aristocrática está muy presente en la obra homérica.
Como casi no han sobrevivido muchos
“poemas épicos” al margen de la Teogonía y Los Trabajos y los días de Hesíodo; y La
Ilíada y La Odisea, no es sencillo definir claramente el género.
En Homero, las acciones humanas son
libres y al mismo tiempo están influenciadas por la voluntad divina. No hay
conflicto entre el determinismo divino y el libre albedrío humano. Ejemplo:
Aquiles o Héctor son conscientes del destino que les espera cuando toman las
decisiones que toman, y sin embargo deciden hacerlo igual.
Ese interés homérico por el
sufrimiento humano preludia las tragedias de la época clásica (Sófocles,
Eurípides, Esquilo).
La imaginación homérica ya está
estructurada según cierto sentido de la armonía, de la proporción. El poeta no
narra simplemente una serie de hechos que no tienen conexión, sino que explora
causas y razones, aunque sea a nivel mítico-fantástico. Y ahora me meto con
algo que me parece extraordinario, siguiendo una lectura de Cornelius
Castoriadis:
Esta "ausencia de
revelación" nos sirve para comprender, a modo de contraste con la
tradición de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islamismo),
la "libertad de pensamiento" que existía en el mundo griego: El
“texto sagrado” de Grecia no es un texto sagrado. Ésta es, prácticamente, una
diferencia fundamental con respecto a todas las culturas históricas que
conocemos. Este texto no es religioso ni profético, ES POÉTICO. Su autor (o
autores) no es un profeta, es un poeta, es EL POETA. El poeta no prohíbe nada,
no impone nada, no da órdenes, no promete nada: dice. Y al hacerlo, no revela
nada sino que recuerda. Las “musas” son hijas de Mnemosine (la memoria). Y como
hijas, son parecidas a la madre pero NO SON LA MADRE. Ya ahí se plantea esa
mezcla de “imaginación y recuerdo” que habita en todo acto de “poiesis”, de
creación. (Nota: disculpen si transcribo mal algunos términos griegos, todavía
no estudié el idioma, aunque pienso hacerlo más adelante).
Este margen de libertad que da la
ausencia de revelación es esencial para el surgimiento tanto de la filosofía
como de la política y la autonomía, que son un enorme tesoro que los griegos
nos legaron. Y también es esencial para el nacimiento del arte y del
pensamiento científico. Esta ausencia de dogmas establecidos y de autoridades
justificadas trascendentemente -como la del profeta o la del sacerdote- da
cabida a la posibilidad de pensar en muchos sentidos las cosas y no en una sola
dirección. En el Canto IX de La Ilíada (versos 400-409), Aquiles rechaza la
propuesta de Agamenón, quien lo llena de regalos suntuosos, de regresar al
combate, y dice poco más o menos que la guerra no tiene sentido y NADA VALE MÁS
QUE LA VIDA. Estas palabras constituyen una crítica muy poderosa al mundo
heroico, al ideal de “arete”, de
nobleza:
“Se pueden ganar con pillaje bueyes
y cebado ganado,/ se pueden adquirir trípodes y bayas cabezas de caballos;/ mas
la vida humana ni está sujeta a pillaje para que vuelva/ ni se puede recuperar
cuando traspasa el cerco de los dientes./
Mi madre, Tetis, la diosa de argénteos pies, asegura que a mí/ dobles
parcas me van llevando al término que es la muerte:/ si sigo aquí luchando en
torno de la ciudad de los troyanos,/ se acabó para mí el regreso, pero tendré
gloria inconsumible;/ en cambio, si llego a mi casa, a mi tierra patria,/ se
acabó para mí la noble gloria, pero mi vida será duradera/ y no la alcanzaría
nada pronto el término que es la muerte”.
¡Fíjense lo denso que es ese
pasaje! La diosa Tetis, madre de Aquiles, le pronostica una vida breve y
gloriosa. El contraste con La Odisea es muy significativo. Ahí se produce un
encuentro entre Odiseo (Ulises) y Aquiles en los Infiernos (el Hades). Como
todos los habitantes del Hades, Aquiles no es más que un espíritu sin “noos”,
sin alma (una suerte de zombie). El adivino Tiresias es el único que en el
Hades conserva sus facultades, por una gracia de Perséfone: los demás son almas
que vuelan, que no saben nada ni tienen recuerdos, a las que se les debe dar de
beber sangre para que pronuncien “discursos verídicos”. Lo explica Tiresias en
el Canto XI de la Odisea (145-149):
“Sin hacerse esperar contestó de
este modo Tiresias:/ ‘Fácil es la repuesta y habrás de guardarla en tu mente:/
de los muertos aquel que tú dejes llegar a la sangre/ te dirá sus verdades y
aquel a quien lo permitas/ te dará las espaldas y atrás volverá su camino’.
Y lean este fragmento del Canto XI de La Odisea, que antes contextualizo brevemente: Odiseo le tira flores a Aquiles,
diciéndole: “Los argivos te honramos un tiempo al igual de los dioses y acá
tenés también el imperio en los muertos: por ello no te debe, ¡oh Aquiles!,
doler la existencia perdida”.
Y la respuesta de Aquiles, como
bien nota Castoriadis, es de una riqueza filosófica excepcional:
“No pretendas, Ulises preclaro,
buscarme consuelos/ de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo/ de
cualquier labrador sin caudal y de corta despensa/ que reinar sobre todos los
muertos que allá fenecieron”.
¡¡No me digan que no es extraordinario!! El héroe le
dice que preferiría limpiar baños en una estación de subte estando vivo, antes
que ser el más groso en el mundo de los muertos.
Los egipcios tenían un círculo de
la metampsicosis, los babilonios y micénicos tampoco aceptaban la “muerte
definitiva”. En cambio los griegos no
buscaron ningún consuelo en el más allá.
Para los hebreos, el hombre bueno y
piadoso tendrá una vejez feliz y apacible morirá saciado y en paz. LOS GRIEGOS
NO TIENEN HÉROES QUE MUERAN VIEJOS Y FELICES: el final de los héroes suele ser
atroz. Y sin embargo, tanto Aquiles, como más tarde Sócrates, escogen morir.
Sócrates diciendo que una vida sin examen no merece ser vivida; y Aquiles
diciendo que la vida sin gloria no es vivible. El hombre está desgarrado por
dos motivos opuestos: evitar la muerte porque “nada vale la vida”; y evitar una
vida sin contenido que la vuelva indigna de ser vivida. Los héroes homéricos
están todo el tiempo dudando: ¿me conviene huir del campo de batalla o
mostrarme valiente? No son los héroes de las películas de Hollywood sino tipos
angustiados, cavilosos.
Héctor, el más valiente de los
guerreros, se muestra miedoso ante la posibilidad de morir a manos de Aquiles.
¿Se entiende un poco mejor cómo es que Grecia fue la cuna de la filosofía?
En fin, esto da para mucho. También
existen misterios órficos y pitagóricos que son medio un quilombo, y podemos
hablar de la lectura de Nietzsche y el platonismo en relación al cristianismo y
toda una perorata que prefiero dejar en suspenso para no marearme mareándolos.
Finalizo con una extensa cita de H.
D. F. Kitto:
"Sería un error describir la
Ilíada como una tragedia, puesto que es (como muchas cosas griegas)
precisamente lo que se propone ser, un poema épico, con todo el sosiego y la
dilatabilidad que éste exige. No obstante, es intensamente trágica, y en esto
es también plenamente griega: el sesgo trágico del pensamiento era habitual en
los griegos. (...) Muy pocos griegos creían que la vida era un valle de
lágrimas, en el cual nada importaba demasiado. Sentían la más vehemente
atracción por la actividad en todos sus aspectos: física, mental, emocional; un
inagotable placer en realizar hazañas y en contemplar cómo se hacían. Casi
todas las páginas de Homero constituyen un testimonio de esta afirmación. Ese
fondo trágico no debe interpretarse como que la vida es indigna de vivirse; es
un sentimiento de tragedia, no de melancolía".
¡Sean felices!
Rodrigo
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